Recientemente se ha informado de casos de muertes de perros por envenenamiento con una neurotoxina en las playas de Pinamar y Villa Gesell. De acuerdo a la información circulante, se trataría de Pleurobranchaea maculata, una especie de babosa originaria de Australia y Nueva Zelanda.
Ejemplar de Pleurobranchaea maculata. Foto: Dr. Nahuel Farías
Pero… ¿qué evidencias científicas hay de todo esto?
Las toxinas marinas son varios compuestos, muy distintos químicamente y que aparecen en variedad de organismos, de diversos grupos y especies. En nuestra zona geográfica se han detectado toxinas en esponjas, papas de mar, cangrejos, estrellas de mar y gusanos, además de los vectores tradicionales que son moluscos bivalvos y filtradores. Por otro lado, ninguno de los casos reporta directamente haber visto al animal intoxicado (perros en este caso) comer babosas, ni tampoco se reporta haberla encontrado en contenido estomacal. De hecho, en muestreos realizados recientemente por integrantes del grupo de investigación “Biodiversidad de Invertebrados Marinos” tampoco se han encontrado babosas como parte de los arribazones registrados en las orillas. Por esto, atribuir las intoxicaciones a la babosa es temerario y científicamente incorrecto, aunque descartarlo del todo también lo es.
Estos casos se tratan de neurotoxicosis con seguridad, provenientes del consumo o masticación de invertebrados marinos conteniendo algunas de las neurotoxinas que, se sabe, están presentes en nuestra zona (saxitoxina o “marea roja” y tetrodotoxina), o incluso podrían ser otras toxinas aún no detectadas.
Tetrodotoxina, una de las posibles toxinas involucradas en los envenenamientos
¿Cuál es el riesgo de estas toxinas?
Tanto la tetrodotoxina como la saxitoxina reducen, o eliminan, la propagación de los potenciales de acción a través de un bloqueo neuronal selectivo de los canales de sodio.
El primer síntoma de intoxicación es insensibilidad ligera de los labios y la lengua. El siguiente síntoma es parestesia (hormigueo) en la cara y extremidades, que puede ir seguida de sensación de ligereza. Puede darse dolor de cabeza, dolor epigástrico, náuseas, diarrea y/o vómitos. Ocasionalmente también puede presentarse dificultad al caminar. La segunda etapa de la intoxicación es un aumento de la parálisis, con debilidad, dilatación de las pupilas, tics, temblores y pérdida de la coordinación muscular y de la voz e insuficiencia respiratoria. En casos graves se producen convulsiones, discapacidad mental y pueden darse arritmias cardíacas, seguidas de muerte en un lapso de aproximadamente 8 horas. Lamentablemente, no existe un antídoto contra esta toxina, por lo que solo se recomiendan lavajes estomacales.
¿Tenemos que preocuparnos?
No necesariamente. Solo hace falta prestar atención y tener en cuenta lo siguiente: el contacto con estas toxinas se da por ingestión de organismos marinos que la posean o por contacto directo sobre heridas abiertas (como cortes en los dedos o manos). Por esta razón, para evitar efectos indeseados se recomienda, básicamente, continuar haciendo lo que siempre hicimos: no consumir recolectar productos marinos para consumo personal, sino adquirirlos en establecimientos habilitados por las autoridades locales de control sanitario (pescaderías, restaurantes, etc). La intoxicación también puede producirse por contacto con organismos marinos y luego llevarnos las manos a la boca, por lo cual también se recomienda evitar tocarlos o manipularlos. Además, si llevamos mascotas a la playa, lo mejor es evitar que ingieran lo que encuentren en la costa.
Muestreo realizado el jueves 2 de febrero por el grupo de Biodiversidad de Invertebrados Marinos
¿Qué medidas se toman al respecto?
En una reunión mantenida el día jueves 2 de febrero con autoridades municipales tanto de General Pueyrredon como de localidades cercanas, las áreas de Zoonosis correspondientes y personal de SENASA se coordinó establecer dispositivos de vigilancia y monitoreo constante para registrar posibles nuevos casos, así como también identificar a las especies involucradas. Además, se solicita al personal médico veterinario que, ante cualquier consulta relacionada con neurotoxicosis, se comunique inmediatamente con los organismos antes mencionados para poder hacer registro y seguimiento.
En nuestra Facultad funciona el grupo de investigación de Biodiversidad de Invertebrados Marinos, perteneciente al Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC – UNMdP-Conicet). Sus especialistas están actualmente muestreando las costas de Mar del Plata para identificar especies y enviar muestras al laboratorio de SENASA de nuestra ciudad, organismo que se encarga de verificar la presencia de toxinas en organismos marinos.